Alessandro Ilimurí Caritas (Magno Ilimuri), nacido en la ciudad de La Paz (Bolivia), es un investigador y escritor especializado en áreas como Derechos Humanos, Organizaciones Internacionales, Migración y Cooperación para el Desarrollo, así como en Tecnologías de la Información y la Comunicación. Su amor por la sabiduría lo llevó a profundizar sus estudios en Filosofía y Teología.

Creció en el seno de una familia católica, reconociendo como gran mentor a su padre como una fuente de gran inspiración de valentía. Desde su infancia participó en actividades solidarias influenciado por la filosofía salesiana, que conoció en Santiago de Chile. Su formación inicial tuvo lugar en un colegio salesiano, donde valoró considerablemente las enseñanzas recibidas por parte de sacerdotes italianos. Posteriormente, prosiguió sus estudios en el Colegio Instituto Americano de La Paz e inició su formación superior en la Universidad de Aquino. A pesar de su formación religiosa, ha mantenido una postura crítica hacia las acciones de la Iglesia católica, como demuestra en artículos como «Dios ignora la política», «Cuestión de fe» y «Plegarias de un ateo».

Residió más de nueve años en Europa, principalmente en Madrid, donde continuó su formación en diversas universidades e instituciones académicas en materias como Derechos Humanos, Migración, Nuevas Tecnologías y Protocolo de las Relaciones Comerciales Internacionales. Fue acreditado como investigador por el Ministerio de Cultura (actualmente Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) del Reino de España. Durante su estancia en la capital española, trabajó con organismos gubernamentales y no gubernamentales (ONG), colaborando como asesor y ponente con organizaciones de origen latinoamericano (Bolivia, Ecuador, Colombia, Chile, Argentina y Paraguay). Asimismo, acompañó el nacimiento del Parlamento Negro de España y la Confederación Española de Inmigrantes. Entre 2008 y 2013, trabajó estrechamente con la ONG de Mujeres Amaltea y la Asociación Pro Defensa del Patrimonio Histórico y Artístico (PATRIMONIUM).

Como firme defensor de los Derechos Humanos, Ilimurí ha desarrollado un posicionamiento crítico como analista político. Sus críticas al Gobierno de Evo Morales en Bolivia lo alejaron de proyectos políticos en su país natal. Del mismo modo, cuestionó duramente las actuaciones del Gobierno de España entre 2005 y 2011 en materia de inmigración. Al respecto, ha citado: «Las masivas detenciones policiales a extranjeros irregulares fueron y son muy cuestionadas, ya que en muchos casos violaban los derechos humanos, deteniendo a ciudadanos por el color de piel, forma de vestir, de hablar, etc. Incluso existieron detenciones a personas enfermas o mujeres embarazadas». Estos procedimientos administrativos por residencia ilegal estaban directamente vinculados con los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), recintos similares a una cárcel donde se retenía a los inmigrantes a la espera de su deportación. Debido a esta coyuntura, participó como ponente e invitado en múltiples coloquios en centros como la Universidad Rey Juan Carlos, la Universidad de Alcalá, la Comisión Europea, la Secretaría General Iberoamericana y la Casa de América.

En su faceta como autor, ha publicado ensayos y artículos de política social en medios como La Razón. Destacan sus ensayos «El Descubrimiento de la Celac» y «Humanización política y construcción de la verdad en el siglo XXI», este último para el Círculo Intelectual de Extranjeros de España (CIE). En el ámbito literario, en diciembre de 2009 presentó una fase de su libro titulado Mi figura preferida: realidades latentes. Recientemente, ha enfocado sus estudios a la divulgación de las neurociencias como instrumento aplicable al sector empresarial y educativo. Desde 2011, es miembro oficial del CIE, y también ha sido socio de Amnistía Internacional en España y Paraguay.

Su labor ha sido reconocida internacionalmente. En 2014 fue galardonado en Madrid con el Premio «Emilio Castelar» en el área de Derechos Humanos. En 2015, su trabajo se extendió a Paraguay, donde colaboró en un programa de formación integral e inserción social en dos centros penitenciarios de Emboscada, trabajando con personas privadas de su libertad. Ese mismo año, participó en un proyecto educativo con jóvenes estudiantes en las ciudades de Yaguarón, Piribebuy, Abaí, San Juan Nepomuceno y San Agustín.