Web oficial de Alessandro Ilimurí

Cuestión de fe

Los niños hablan de hambre, los niños aman sin desgaste y, siempre que exista un alguien, los niños querrán el desarme. Es probable que los hombres vestidos de «frac» interioricen y mimeticen los secretos acerca de los niños, de sus muertes, y oculten sus derechos, sus expectativas e incluso a sus familias.

No importa de dónde vengan ni el color que tengan; la indiferencia, esa señal que vaga por un mundo tan singular e irregular, podría terminar con la tierna inocencia de los que apenas inician su vida. Por ello, los cobardes hablan y cazan desde lo alto.

Los tres puntos siguientes son como las tres balas que impactan en el cuerpo y asesinan los recuerdos; es la lucha por la utopía en vida, como quería el amigo Tomás Moro.

Los tres puntos:

  1. Los niños y las mujeres derraman lágrimas a coste cero; es la primera gran noticia para aquellos que dicen defender los derechos desde el color político que definieron sus repugnantes vidas como supuestos defensores de la justicia.
  2. Los pronósticos del tiempo fallan tanto como los datos estadísticos de la pobreza; es tan extraño que, a pesar de tener satélites en el cielo y radares en la tierra, no sepamos dónde dar esa voz de alarma para protegerlos, una alarma que ponga fin a estas situaciones inhumanas. Al respecto, un señor de cuello blanco que vendía el Corán en Las Vegas, dijo: «Es cuestión de fe y unos cuantos verdes de sentimiento».
  3. Sencillamente, lo justo tiene un precio muy alto y los pobres no pueden pagarlo; ellos ya tienen la vida hipotecada, los sueños de alquiler y las ilusiones financiadas.

El hombre que usa la justicia me dice que hay leyes, pero me advierte que el sistema padece de una peculiar amnesia transitoria y que, por lo tanto, su veredicto no es una imprudencia, sino una inevitable secuela.

Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan.

José Martí

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